dilluns, 31 de març del 2008

Malalties emergents en amfibis. sosanfibios.org

Font: www.sosanfibios.org , iniciativa subvencionada per la Fundación Biodiversidad.
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Las enfermedades emergentes de los anfibios

Los anfibios son uno de los grupos animales más amenazados del mundo. La alteración y destrucción de sus hábitats son sus principales amenazas, aunque además, en los últimos años, enfermedades emergentes propias de los anfibios están provocando extinciones masivas de poblaciones y especies en todo el mundo.
Estas enfermedades que afectan a los anfibios, de origen fúngico y vírico, son enfermedades de reciente aparición o cuyo rango de actuación se ha incrementado drásticamente en los últimos años.
Los virus que afectan a los anfibios son muy resistentes y se transmiten con gran facilidad, apareciendo preferentemente en ambientes degradados, pero también en áreas bien conservadas. Generalmente, los individuos mueren sin síntomas externos evidentes, aunque a veces pueden presentar hemorragias locales, úlceras en la piel y agudas necrosis en órganos internos. Algunos de estos virus se introducen en el medio mediante repoblaciones o sueltas de peces, que constituyen eficaces reservorios u hospedadores.
Aunque estos virus producen mortalidades en masa de anfibios, son ciertos hongos recién descubiertos los responsables de la total extinción de poblaciones y especies en muchas partes del mundo.
El hongo que afecta a los anfibios (ya conocido como “el hongo asesino”), Batrachochytrium dendrobatidis, pertenece al grupo de los quitridios. Los hongos de este grupo son conocidos desde hace tiempo como parásitos de plantas e invertebrados, pero la nueva especie recién descubierta resulta letal para los anfibios.
Las poblaciones de anfibios afectadas por la enfermedad que produce este hongo (denominada quitridiomicosis) desaparecen en pocos meses, aunque el medio permanece inalterado. Cuando las zoosporas del hongo entran en contacto con los anfibios, se fijan en la queratina de la piel y, a los pocos días, desarrollan esporangios maduros, que generan un tubo de descarga que perfora la piel del animal infectado para liberar nuevas zoosporas.
La quitridiomicosis se descubrió hace pocos años en Australia y Centroamérica, pero está ya distribuida por gran parte del mundo, incluida España, donde se han registrado varios casos en áreas de montaña.
Aún no sabemos por qué este hongo resulta tan extraordinariamente letal para los anfibios, pero todas las evidencias sugieren que el hombre, en los últimos años, podría estar introduciendo el patógeno en las zonas afectadas. Así, en muchos países se han detectado anfibios infectados en comercios de animales de compañía, animales de laboratorio e incluso en partidas para consumo humano.
Como en cualquier otra enfermedad infecciosa, la principal forma de luchar contra estas enfermedades es evitando que se extiendan. Para ello, debemos limitar al mínimo la manipulación de ejemplares de anfibios, impedir el movimiento no natural de animales entre zonas alejadas y, sobre todo, no introducir nunca ningún animal o planta en el medio natural. También, resulta muy útil aportar datos sobre poblaciones presuntamente afectadas por este problema, así como facilitar ejemplares encontrados muertos para su análisis. Además, debemos evitar que nosotros mismos seamos vectores de transmisión involuntarios de estos nuevos patógenos.
La iniciativa sosanfibios.org, financiada por la Fundación Biodiversidad, pretende, a través de un sitio web, dar a conocer estas nuevas amenazas para los anfibios, así como aportar sugerencias para evitar su dispersión y servir de canal de comunicación entre los investigadores que trabajan con este problema y los interesados en el medio natural.

Autor de las fotografías: Jaime Bosch
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Foto 1. Individuo recién metamorfoseado de sapo partero común (Alytes obstetricans) muerto por quitridiomicosis en el Parque Natural de Peñalara (Madrid). Como puede apreciarse no existen síntomas externos que indiquen la causa de la muerte.
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Foto 2. Tubos de descarga de hongos quitridios perforando la piel de un ejemplar moribundo de sapo corredor (Bufo calamita).
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Foto 3. Sección de la capa superficial de la piel de un ejemplar de sapo común (Bufo bufo) infectado con hongos quitridios. Multitud de zooesporangios vacíos después de haber liberado las zooesporas pueden verse cerca de la superficie como pequeñas esferas oscuras.
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Foto 4. El Parque Natural de Peñalara (Madrid), dónde se detectó el primer caso de quitridiomicosis de Europa. Paradójicamente este espacio protegido ha sido rehabilitado recientemente y presenta un admirable estado de conservación pese al gran número de visitantes que recibe.
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Foto 5. Uno de los últimos ejemplares de sapo partero común (Alytes obstetricans) del Parque Natural de Peñalara (Madrid), dónde sólo unos años atrás era muy abundante.


Situación en España...

http://www.sosanfibios.org/sitesp.htm

Información básica sobre como reducir el riesgo de transmisión de agentes infecciosos entre ejemplares de anfibios y entre diferentes lugares…

http://www.sosanfibios.org/descargas/Recomendaciones.pdf

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