diumenge, 18 de juny del 2017

La desembocadura de la Tordera es queda sense platges 17/6/2017 El Periódico/Antonio Madridejos

La desembocadura del Tordera se queda sin playas
El Periódico 17/6/2017 Antonio Madridejos

La anchura en Blanes y Malgrat se ha reducido entre 50 y 150 metros en las últimas décadas

La sobreexplotación del río ha reducido los aportes de sedimentos y amplificado los efectos de los temporales

La playa de Blanes, tras los temporales del pasado invierno.

La desembocadura del río Tordera, el límite entre los municipios de Malgrat (Maresme) y Blanes (Selva), ha perdido en las últimas décadas entre 50 y 150 metros de anchura de playa, dependiendo de la zona, un visible retroceso atribuido a la sobreexplotación de los acuíferos, la extracción de áridos, la alteración del cauce y otras perturbaciones de la cuenca fluvial. Decenas de parcelas de cámpings y algunas infraestructuras que antaño estaban lejos del mar han quedado engullidas por el agua.


"En la playa de Sabanell, en Blanes, se pierden unos 2,5 metros anuales de playa, pero hubo épocas en que desaparecían hasta 8 metros", explica Enric Sagristà, investigador del Centro de Estudios Avanzados de Blanes (CEAB-CSIC) que ha documentado el proceso dentro de una programa científico llamado Playa+, coordinado por Rafael Sardà. Aunque el equipo del CEAB monitoriza fotográficamente la zona cada 10 días desde el año 2009, para fechas anteriores hay infinidad de documentos gráficos que certifican el proceso. Las playas de Malgrat cercanas al río han sufrido una regresión todavía peor.

Antiguamente el río llevaba agua todo el año. Ahora está seco durante los meses de verano

Debido a las alteraciones antrópicas, el río ya no es lo que era. El exceso de pozos y captaciones de agua para suministro humano y agricultura han reducido el caudal del Tordera hasta el punto de que su capacidad para arrastrar sedimentos se ha reducido a la mínima expresión, dice Sagristà. Y el problema es que los limos y piedras que arrastra la corriente son esenciales para contrarrestar la erosión causada por el mar en la playa. El río, que nace en el Montseny, sufre de forma natural un acusado estiaje, "pero nunca se secaba en los meses de verano, o incluso hasta octubre, como sucede actualmente", pone como ejemplo el investigador del CEAB. Solo en episodios de lluvias intensas se puede observar un transporte abundante de sedimentos hasta la desembocadura. Posiblemente también han contribuido a la reducción del caudal el ligero descenso de las precipitaciones y la mayor evaporación debida al calor, pero en mucha menor cuantía.


Además de la reducción de caudal, el tramo final de la cuenca también sufrió una intensa extracción de áridos entre los años 60 y 90 del pasado siglo, especialmente para abastecer al sector de la construcción, "aunque ahora se ha prohibido", prosigue Sagristà. Además, la compactación de las orillas logró frenar las inundaciones, pero también tuvo un efecto negativo en el transporte de sedimentos. "Desde que la Agència Catalana de l'Aigua (ACA) canalizó el río en la desembocadura, ahora los sedimentos que llegan salen proyectados mar adentro", dice el naturalista Javier Romera. En su opinión, "el 95% de la recesión en la punta de la desembocadura no se debe a la falta de sedimentos, sino a las infraestructuras construidas en las últimas décadas". "El oleaje erosiona con más facilidad la zona y se lleva la arena a otro sitio", insiste.

"Necesitamos actuaciones a largo plazo. Si hay que hacer algún sacrificio, se hará", dice Núria Casajuana, concejala de Malgrat

De nada parecen servir las reposiciones de arena porque se trata de un problema estructural, añade Sagristà. En cuanto llega un temporal potente, las corrientes redistribuyen la arena y la llevan hacia el sur. "Cada vez que dragan y ponen nueva arena -relata el investigador del CEAB-, lo que están haciendo es contribuir a ampliar la anchura de las playas de Calella. El problema, además, corre el riesgo de amplificarse en décadas venideras debido al aumento del nivel del mar.

"Para que sepamos lo que hay que hacer y plantear soluciones -resume Núria Casajuana, tercera teniente de alcalde de Malgrat-, primero debemos identificar el problema". Con este objetivo, los cuatro ayuntamientos afectados (Malgrat, Blanes, Tordera y Palafolls) han creado una mesa de trabajo y una comisión con representantes de los municipios, Generalitat, ministerio, cámpings, agricultores, científicos y plataforma Salvem el Litoral, entre otros, para analizar la regresión de la arena y, en general, la salud de la desembocadura. Los primeros resultados se presentarán el próximo enero. "Necesitamos actuaciones a largo plazo, un plan integral para el delta", añade. "Comenzamos de nuevo y miramos hacia adelante -concluye Casajuana-. Intentaremos por supuesto satisfacer todas las demandas, pero si hay que hacer algún sacrificio, se hará".

120 parcelas bajo el agua

"Recuerdo que de pequeño teníamos el mar a unos 120 metros, mientras que ahora solo quedan unos 25 metros de playa", rememora Marc Monguilod, gerente del cámping La Tordera. Se han perdido 120 parcelas.

El sector campista es uno de los grandes perjudicados por la regresión de la playa. "La situación es grave y va a peor", añade. Monguilod asume que el problema es viejo, pero "la descoordinación de las administraciones ha tenido unos efectos nefastos". Una de sus críticas se dirige a la ACA: "En el 2008, a raíz de unas obras de ampliación de la desalinizadora del Tordera, se hicieron unas actuaciones en la costa que han tenido un efecto desastroso". También considera que ha sido un error prohibir extraer arena de la desembocadura y pasar a cogerla del mar. "La estructura del delta se debilitó", dice. Finalmente, Monguilod lamenta que "en lugar de actuar solo se plantee que los cámpings retrocedan".

El delta del Tordera se formó hace tres siglos

La zona es ambientalmente de gran relevancia para las aves, pero no goza de una protección efectiva

El delta del río Tordera, el pasado enero. DAVID LOZANO

Hace tres siglos no había delta en la desembocadura del Tordera. "Los ocho kilómetros cuadrados que actualmente ocupa el tramo final del río se han ganado al mar desde entonces", explica el naturalista Javier Romera. Los viejos bosques de la cuenca alta del río empezaron a ser transformados en terreno agrícola y ello tuvo como consecuencia un arrastre extraordinario de sedimentos en situaciones de lluvia. "Esa tierra fue formando lo que ahora llamamos el delta del Tordera", añade Romera. Así se creó un sistema dunar, hoy marginado, unos fértiles terrenos agrícolas y luego unas amplias y bellas playas. Pese a que el terreno era inundable, finalmente llegaron los cámpings.

Sin embargo, con la extraordinaria reforestación del Montseny de las últimas décadas, una de las zonas más tupidas de Catalunya, los sedimentos quedan ahora retenidos y no llegan hasta la desembocadura, un déficit de arena que se ve agravado por el menor caudal del río derivado de la sobreexplotación de la cuenca. "No retrocede el delta, sino que deja de crecer. Si no hubiéramos alterado el río, el delta sería mucho mayor", insiste Romera. La desaparición de las dunas, además, facilita la erosión ocasionada por los temporales. 

El problema, prosigue el naturalista, "es que se trata al delta como una foto fija". "Los cámpings, los bañistas y los ayuntamientos tiene unos intereses que quieren preservar, es lógico, por lo que creo sinceramente que la única solución tiene que ser mixta, que todo el mundo salga ganando". Una de sus propuestas es que la desalinizadora del Tordera funcione a mayor ritmo para no sobreexplotar el acuífero. "A este paso, pronto tendremos que invertir en regenerar el agua y saldrá más caro". De hecho, los pozos se enfrentan ya a una incipiente salinización.

En verano, cuando el río se seca, se ven incluso quads y todoterrenos

Pese a todas estas vicisitudes, el delta sobrevive como un territorio de gran interés medioambiental. Enric Badosa, especialista del Institut Català d'Ornitologia (ICO), comenta que se trata de un área de especial interés para las aves, especialmente las migratorias, puesto que encuentran en el Tordera el único punto apto para una parada entre los Aiguamolls de l'Empordà y el delta del Llobregat. Entre otras rarezas, cría una importante colonia de chorlitejo chico. Se pueden observar también garzas reales, garcillas cangrejeras y andarríos chico. Badosa destaca asimismo "la más nutrida colonia de galápago leproso de Catalunya". Los árboles más representados son los álamos y los fresnos, junto a la omnipresente caña invasora 'Arundo donax'.

RED NATURA 2000

La desembocadura del Tordera está incluida en la red europea Natura 2000, pero "a efectos prácticos no tiene ninguna protección ni ninguna vigilancia", lamentan Romera y Badosa. "Hay cuatro carteles pero no sirven de nada -dice el primero-. Se ha convertido en una zona para jugar sin control y en verano, cuando el río se seca, se ven incluso quads y todoterrenos". Badosa añade que los perros penetran en la zona de nidificación y persiguen a los polluelos de patos y zampullines".   

El problema de fondo es de falta de cultura ambiental, concluye el especialista del ICO: "La gente no es consciente de la importancia de la desembocadura y los ayuntamientos no hacen gran cosa para cambiar la situación. La zona se ha de preservar como un patrimonio único, como si fuera una iglesia románica".


La desembocadura de la Tordera es queda sense platges
El Periódico 17/6/2017 Antonio Madridejos

L'amplada a Blanes i Malgrat s'ha reduït entre 50 i 150 metres en les últimes dècades

La sobreexplotació del riu ha reduït les aportacions de sediments i ha amplificat els efectes dels temporals


La desembocadura del riu Tordera, el límit entre els municipis de Malgrat (Maresme) i Blanes (Selva), ha perdut en les últimes dècades entre 50 i 150 metres d’amplada de platja, depenent de la zona, un visible retrocés atribuït a la sobreexplotació dels aqüífers, l’extracció d’àrids, l’alteració de la llera i altres pertorbacions de la conca fluvial. Desenes de parcel·les de càmpings i algunes infraestructures que abans estaven lluny del mar han sigut engolides per l’aigua.

«A la platja de Sabanell, a Blanes, es perden uns 2,5 metres anuals de platja, però hi va haver èpoques en què desapareixien fins a 8 metres», explica Enric Sagristà, investigador del Centre d’Estudis Avançats de Blanes (CEAB-CSIC), que ha documentat el procés dins una programa científic anomenat Platja+, coordinat per Rafael Sardà. Encara que l’equip del CEAB monitoritza fotogràficament la zona cada 10 dies des de l’any 2009, per a dates anteriors hi ha infinitat de documents gràfics que certifiquen el procés. Les platges de Malgrat pròximes al riu han patit una regressió encara pitjor.

Degut a les alteracions antròpiques, el riu ja no és el que era. L’excés de pous per a subministrament humà i agricultura ha disminuït el cabal de la Tordera fins al punt que la seva capacitat per arrossegar sediments s’ha reduït a la mínima expressió, manifesta Sagristà. I el problema és que aquests llims i pedres que arrossega el corrent són essencials per poder contrarestar l’erosió causada per l’onatge. El riu, que neix al Montseny, pateix de forma natural un acusat estiatge, «però no s’assecava mai durant els mesos d’estiu, com passa actualment», posa com a exemple l’investigador del CEAB. Només en episodis de pluges es pot observar un transport abundant de sediments fins a la desembocadura.

ÀRIDS PER CONSTRUIR / A més de la reducció de cabal, el tram final de la conca també va patir una intensa extracció d’àrids entre els anys 60 i 90 del segle passat, especialment per proveir el sector de la construcció, «encara que ara s’ha prohibit», prossegueix Sagristà. A més, la compactació de les ribes va aconseguir frenar les inundacions, però també va tenir un efecte negatiu en el transport de sediments. «Des que l’Agència Catalana de l’Aigua va canalitzar el riu a la desembocadura, ara els sediments que arriben surten projectats mar endins», diu el naturalista Javier Romera. Segons la seva opinió, «el 95% de la recessió a la punta de la desembocadura no es deu a la falta de sediments, sinó a les infraestructures construïdes en les últimes dècades». «L’onatge erosiona amb més facilitat i s’endú la sorra a un altre lloc», insisteix.

REPOSAR SORRA / Les reposicions de sorra sembla que no serveixen de res perquè es tracta d’un problema estructural, afegeix Sagristà. Quan arriba un temporal, els corrents redistribueixen la sorra i la porten cap al sud. «Cada vegada que draguen i posen nova sorra –relata l’investigador del CEAB–, el que estan fent és contribuir a ampliar l’amplada de les platges de Calella. El problema, a més, corre el risc d’amplificar-se en dècades futures a causa de l’augment del nivell del mar.

«Perquè sapiguem el que s’ha de fer i plantejar solucions –resumeix Núria Casajuana, tercera tinenta d’alcalde de Malgrat–, primer hem d’identificar el problema». Per fer-ho, els quatre ajuntaments afectats (Malgrat, Blanes, Tordera i Palafolls) han creat una taula de treball i una comissió amb representants dels municipis, Generalitat, ministeri, càmpings, agricultors, científics i la plataforma Salvem el Litoral, entre altres, per analitzar la regressió de la sorra i la salut de la desembocadura. Els primers resultats es presentaran el gener vinent. «Necessitem actuacions a llarg termini, un pla integral per al delta», afegeix. «Comencem de nou i mirem cap endavant. Intentarem satisfer totes les demandes, però si s’ha de fer algun sacrifici, es farà», manifesta.

El delta de la Tordera es va formar fa tres segles

La zona és ambientalment de gran rellevància per a les aus, però no té una protecció efectiva


Fa tres segles no hi havia delta a la desembocadura de la Tordera. «Els vuit quilòmetres quadrats que actualment ocupa el tram final del riu s’han guanyat al mar des d’aleshores», explica el naturalista Javier Romera. Els vells boscos de la conca alta del riu van començar a ser transformats en terreny agrícola i això va tenir com a conseqüència un arrossegament extraordinari de sediments en situacions de pluja. «Aquesta terra va anar formant el que ara anomenem el delta de la Tordera», afegeix. Així es va crear un sistema dunar, avui marginat, uns fèrtils terrenys agrícoles i després unes àmplies i belles platges. Malgrat que el terreny era inundable, finalment van arribar els càmpings.

No obstant, amb l’extraordinària reforestació del Montseny de les últimes dècades, una de les zones més espesses de Catalunya, els sediments queden ara retinguts i no arriben fins a la desembocadura, un dèficit de sorra que es veu agreujat pel menor cabal del riu derivat de la sobreexplotació de la conca. «El delta no retrocedeix, sinó que deixa de créixer. Si no haguéssim alterat el riu, el delta seria molt més gran», insisteix Romera. La desaparició de les dunes, a més, facilita l’erosió ocasionada pels temporals.

El problema, prossegueix el naturalista, «és que es tracta el delta com una foto fixa». «Els càmpings, els pagesos i els banyistes tenen uns interessos que volen preservar, és lògic, i crec que l’única solució ha de ser mixta». Una de les seves propostes és que la dessalinitzadora de la Tordera funcioni a un ritme més alt per no sobreexplotar l’aqüífer. «A aquest pas, aviat haurem d’invertir a regenerar l’aigua i sortirà més car». De fet, els pous s’enfronten a una ràpida salinització.

Malgrat totes aquestes vicissituds, el delta sobreviu com un territori de gran interès mediambiental. Enric Badosa, especialista de l’Institut Català d’Ornitologia (ICO), comenta que es tracta d’una àrea d’especial interès per a les aus, especialment les migratòries, ja que troben a la Tordera l’únic punt apte per a una parada entre els Aiguamolls de l’Empordà i el delta del Llobregat. Entre altres rareses, hi cria una important colònia de corriol petit. També s’hi poden observar bernats pescaires, martinets rossos i xivitones vulgars. Badosa destaca, així mateix, «la colònia més nodrida de tortuga de rierol de Catalunya». Els arbres més representats són els àlbers i els freixes, juntament amb l’omnipresent canya invasora.

Com una església romànica

La desembocadura de la Tordera està inclosa en la xarxa europea Natura 2000, però «a efectes pràctics no té cap protecció ni cap vigilància», lamenten Romera i Badosa. «Hi ha quatre cartells però no serveixen de res –diu el primer–. S’ha convertit en una zona per jugar sense control i a l’estiu, quan el riu s’asseca, es veuen fins i tot quads i tot terrenys». Badosa afegeix que els gossos penetren a la zona de nidificació i persegueixen els pollets d’ànecs i capbussets.

El problema de fons és de falta de cultura ambiental, conclou l’especialista de l’ICO: «La gent no és conscient de la importància de la desembocadura i els ajuntaments no fan gran cosa per canviar la situació. La zona s’ha de preservar com un patrimoni únic, com si fos una església romànica».



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