La Vanguardia 9/4/2015
En Tarragona controlarán la presencia del crustáceo invasor creando colonias de esta tortuga acuática autóctona
Ejemplares de cangrejo americano tras ser capturados en un río tarraconense. (Propias)
"No se va a poder erradicar nunca, va a estar toda la vida con nosotros porque es muy difícil frenar su expansión, pero hemos de seguir trabajando e invirtiendo para controlarlo", explica Diego Martínez, técnico de fauna de Forestal Catalana, dependiente del Departament de Agricultura, Ramaderia, Pesca, Alimentació i Medi Natural de la Generalitat. Habla de una de las especies invasoras más presentes y devastadoras de las existentes en España, del cangrejo rojo americano, que desde mediados de los setenta ha colonizado los ríos de nuestro país y ha puesto en grave peligro al cangrejo autóctono, que se las ha de ingeniar para sobrevivir ante una especie mucho más resistente y que tiene mucha facilidad para adaptarse a nuevos entornos. En Tarragona también hace años que se lucha para frenar la proliferación del crustáceo invasor y ahora va a ser pionera apostando por un aliado animal: el galápago leproso (Mauremys leprosa).
El cangrejo americano, que es sensiblemente más grande y se reproduce más que el autóctono, llegó a España hacia los años 70. Se introdujo en granjas para el consumo humano pero tras llegar a los ríos su expansión ha sido imparable y a día de hoy es una seria amenaza para la población de cangrejo de río ibérico. Además, el forastero es portador de un hongo que resulta letal para el autóctono, lo que complica aún más su supervivencia. Así, la especie se encuentra cada vez más arrinconada en ríos de aguas frías y limpias, lugares donde el invasor no puede llegar o tiene más dificultades. Está presente en prácticamente todos los ríos catalanes –también en los tarraconenses, por extensión–, pero en ciertos lugares la situación es más crítica, como en los ríos Gaià, Francolí o Montsant, donde el americano campa a sus anchas. En otros puntos la población de ibérico goza de buena salud, aunque tampoco se salva del invasor.
Las administraciones –en este caso la catalana, mayormente– invierten muchos recursos en contener el avance del cangrejo rojo, que a pesar de todo habría alcanzado ya su máxima expansión. La lucha se centra ahora en mantenerlo a raya. "Hay períodos en los que hay más o menos, depende de la temperatura del agua, de si ha llovido mucho o poco, o de la cría, entre otras variables, y lo que hacemos es atacar cuando hay puntas de población. El gran problema es la movilidad. Hay mucha gente que va de Félix Rodríguez de la Fuente, que coge cangrejos en un sitio y los suelta en otro sin saber el daño que pueden causar tres o cuatro invasores fuera de lugar", afirma Martínez, que hace más de ocho años que trabaja en esta especie en concreto. Hay otros que los propaga con conocimiento, una acción perseguida y sancionada, aunque también preocupan situaciones que salen de todo control "como que un pájaro se lleve un ejemplar y este acabe cayendo en otro tramo del río o en una balsa y te la líe sin dejar títere con cabeza". Y es que los cangrejos americanos también son una amenaza para otras especies –ataca a peces y anfibios, "a los que se encuentran por delante"–, para el hábitat y para el conjunto del ecosistema.
Imposibles de contar
Hay muchos y no existe una estimación de cuántos miles de invasores copan las cuencas y tramos medios de los ríos tarraconenses. "La media cambia de un río a otro, pero en 100 metros del Algars, por poner un ejemplo, hemos llegado a contabilizar entre 900 y 1.000 cangrejos americanos, o unos 400 en el Montsant, en lo que sería la cota del pantano. Hay más de lo que se puede imaginar", explica el técnico de fauna de Forestal Catalana, que insiste en la resistencia y capacidad de adaptación.
"Sólo los frena el agua fría, ¡y que no acaben por acostumbrarse a ella!", exclama Diego Martínez. Las tres opciones que existen para 'echar' a los cangrejos americanos son cogerlos uno a uno manualmente –de noche, que es cuando salen–, colocar trampas –que se recogen por la mañana–, o mediante la pesca eléctrica. En Tarragona, dentro de unos meses, probarán una nueva estrategia consistente en potenciar la población de tortuga acuática autóctona.
Según Martínez, "a raíz de trabajos paralelos hemos visto que en los sitios donde hay una buena población de tortugas tenemos menos invasor, y donde éstas son escasas el cangrejo rojo está más presente, por lo que la correlación es evidente". Un caso claro es el del río Siurana, donde el cangrejo autóctono goza de mejor salud porque cuentan con más ejemplares de este aliado animal. La idea, muy embrionaria y que ahora empezará a tomar forma para llevarse a cabo en los próximos meses, consistiría en formar colonias de galápago leproso para controlar la presencia del americano, que se disperse más y que se esconda para que los ejemplares sean menos accesibles para la gente y "menos atractivos" a la hora de ir a recogerlos, ya sea para comerlos o por cualquier otro motivo.
El Departament no ve al galápago como una solución definitiva "porque no tenemos una fábrica de tortugas", pero sí como "una ayuda muy interesante" a la hora de controlar la especie invasora en los ríos. Este año, además, se abrirá en Farena un centro de cría de cangrejo ibérico, que se sumará al centro de recepción que ya funciona para reforzar la población existente.
Esperanzas en el río Glorieta
Donde sí existen esperanzas de poder erradicar el cangrejo exótico es en el río Glorieta, un afluente del Francolí que nace en las montañas de Prades y que cruza la localidad de Alcover (Alt Camp). Se trata de un río pequeño y, además, cuentan con la tarea que realiza la Associació per a la Conservació dels Ecosistemes Naturals (CEN), que colabora con el Departament d'Agricultura. Este pasado mes de marzo realizaron varias batidas nocturnas y capturaron centenares de ejemplares de crustáceos americanos, siendo ya más de 5.000 los que han sacado de la zona.
Según explica Jesús Ortiz, presidente de la entidad: "Es muy probable eliminar la especie invasora en los tramos superiores, de la depuradora hacia arriba, pero quizá tardaremos un año o dos más". "Después de dos años trabajando intensamente, vemos que cada vez hay menos cangrejos y, sobre todo, menos reproductores", añade, aunque admite que "aún nos iría mejor si pudiéramos lograr un equipo de pesca eléctrica". El técnico de Fauna Diego Martínez también se muestra optimista en este sentido. "Han sacado muchos cangrejos en ese lugar y estamos hablando de un río pequeño. Hay opciones de erradicarlo pero siempre es complejo porque es una especie muy resistente y se esconde en cualquier lugar", sostiene. De momento, el objetivo es controlar la plaga.
Un ejemplar de galápago leproso (Propias)
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada