Baleària.com 14/4/2017
Concentración de cormoranes jóvenes (blancos ) y adultos (negros) en la Costa Brava (autor: Ricard Gutiérrez)
Aunque estemos acostumbrados a las divisiones administrativas que parten territorios en países o comunidades autónomas, para las aves, y particularmente las marinas, el Mediterráneo es un ámbito en medio de su terreno de juego. Es su mar. Así, algunas especies nidifican en las Baleares y luego van a pasar el resto del año a las costas levantinas peninsulares. Otras tienen el nido en Mallorca, Menorca o las Pitiusas y van a comer cada día a la costa peninsular para volver al nido más tarde, emulando curiosamente lo que hoy día los viajes que realizan los barcos de
.
Con ello, parece como si para muchas especies de animales fuesen plenamente vigentes los conceptos acuñados por los antiguos romanos e involuntariamente refuerzan el concepto de Mare Nostrum (mar nuestro) o, aún más, Mediterraneum (en medio de la tierra), que justamente le da nombre. Un mar del que todos somos corresponsables en cuanto a su conservación.
Una de las especies que efectuan estos desplazamientos es el cormorán moñudo mediterráneo (Phalacrocorax aristotelis desmarestii). Dentro de las tres subespecies del cormorán moñudo (la nominal, propia del Atlántico norte, una de la costa atlántica de Marruecos y la mediterránea), la presente en el Mare Nostrum está clasificada como vulnerable a la extinción. Algunas de las amenazas que sufre vienen ligadas a su captura ilegal en algunas partes de su área de distribución –pese a ser especie protegida – , la captura accidental en artes de pesca incluso deportiva y la fragilidad de sus zonas de cría.
Adulto reproductor en las Illes Medes
Cormorán anillado subadulto
El cormorán moñudo mediterráneo es la típica especie de tamaño mediano, algo mayor que una gaviota, que se encuentra en costas rocosas y calas de Baleares y que incluso muchos bañistas han podido ver persiguiendo bajo el agua algún pez que capturar o posando tranquilamente en una roca. Los jóvenes tienen las partes inferiores muy blancas y los pies amarillentos mientras que los adultos son negros, de pico fino con base amarilla, ojo verde turquesa y unas plumas en forma de moño que les dan nombre pero que presentan sobre todo durante el invierno.
Los cormoranes son aves adaptadas al buceo y, a diferencia de los patos por ejemplo, se mojan cuando se meten en el agua, lo que les obliga a secarse luego abriendo las alas mientras descansan en sus posaderos. El motivo de mojarse es el mismo por el cual los submarinistas llevan un cinturón de pesas: el poderse mantener mejor entre dos aguas para perseguir más eficazmente sus presas.
Aunque las islas Baleares tienen una importante población nidificante de más de 1.000 parejas, bastantes ejemplares no se quedan allí todo el año sino que emprenden un viaje hacia las costas de Catalunya y de la Comunitat Valenciana donde pasarán su ‘invierno’. Y digo ‘su’ porque esta especie, a diferencia de la mayoría, funciona al revés: no cría en primavera sino en invierno y cuando todas las especies empiezan a nidificar, el cormorán ya ha acabado la temporada y sus pollos han volado. Y ese momento coincide con el verano ‘humano’. Es la época en que centenares de ejemplares se concentran en las costas peninsulares, en sitios ricos en peces como puedan ser zonas de la Costa Brava (donde también crían casi 50 parejas) o de la comarca barcelonesa del Maresme, donde comparten plácidamente su espacio con bañistas respetuosos a su presencia, aunque también con algunos peligros.
Sin duda el cormorán moñudo, que ya poblaba en tiempos de romanos y cartagineses el Mediterráneo, es un buen indicador de la calidad de sus aguas y costas. Su conservación, tanto en sus áreas de cría como de ‘invernada’ es vital a la vez que símbolo inequívoco de lo que el concepto de Mare Nostrum significa.
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